Aeropuerto

Las peripecias de nuestro primer viaje a Italia

Era nuestra primera vez en Italia, sólo teníamos 5 días para conocer una ciudad y escogimos Venecia, el destino de mis sueños, y yo sentía que este paseo tenía que ser perfecto de principio a fin, “como debería de ser”, ¿no?. 

Con la reservación de un hotel cerca a la Piazza San Marco, los tiquetes para los sitios más turísticos comprados con anticipación, con una guía de Venecia prestada en la biblioteca, un itinerario hecho en Excel e impreso y una sola maleta de mano para el viaje con las cosas personales de los dos, mi esposo y yo emprendimos nuestro primer viaje a Italia.  
 
Bienvenidos al episodio… nuestra primera vez en Italia y sus peripecias
 

Partimos desde Montreal


En nuestros planes originales, pensábamos llegar directamente al aeropuerto Marco Polo de la ciudad de Venecia, pero no sabíamos que el destino nos tenía deparada otra aventura. Por cosas de la vida y a último minuto tendríamos que cambiar nuestra ruta y tomar un vuelo a Roma donde aterrizaríamos en el majestuoso aeropuerto Leonardo da Vinci (Fiumicino). 
 
Con todo este cambio de planes y sentados en una sala de espera en el aeropuerto de Montreal (Pierre Elliott Trudeau) desde donde nos embarcaríamos a Roma, empezamos a buscar en internet las mejores opciones para llegar a Venecia desde Roma; en bus, en avión y hasta en tren, pero los precios no nos favorecían, cada vez eran más caros. Pasamos un buen rato cada uno sentado buscando en su teléfono y comparando precios, hasta que “bingo» “boom”, encontramos una opción de Covoiturage (que en español significa carro compartido), que se llama BlaBlaCar, que al parecer es muy popular en toda Europa. Una especie de amigo express que había descubierto hace ya varios años en Montreal. 
 
En BlaBlaCar sólo había una opción para llegar a Venecia, saliendo desde Roma hasta Padua, un pueblo pequeño a media hora en tren desde Venecia (ahí vivió la mayor parte de su vida San Antonio de Padua aunque nació en Lisboa). Ninguno de los Blablacareños o blablacarenses iban directamente a Venecia, poco a poco se nos empezaban a agotar las opciones y ésta seguía siendo la más económica. 
 

A cruzar los dedos y confiar en BlaBlaCar


Yo me encontraba un poco escéptica de proporcionar información personal a una página web, de pagar por un servicio que no conocía y con miedo que fuera una estafa. Al final me dejé convencer y decidimos apostarle a la suerte; creamos la cuenta en BlaBlaCar (por cierto, un método fácil y amigable; muy recomendado) pagamos el viaje y nos asignaron a Matteo como nuestro conductor, quien nos esperaría a la 1:00 pm en el parqueadero de la estación de trenes de Roma Tiburtina al día siguiente, en un Fiat Blanco. 
 
Asumimos que él era italiano, pero no teníamos idea, entonces antes de abordar el vuelo a Roma y antes de quedarnos sin internet le enviamos un mensaje a Matteo informándole que no teníamos número telefónico en Italia, ni roaming, pero que nos explicara como llegar al punto de encuentro por el Messenger de BlaBlaCar y que nosotros al día siguiente le escribíamos. Obviamente no hubo respuesta inmediata pues en Roma a esa hora eran como las dos de la mañana.  
 
Ah, pero no les he dicho lo mejor, en esa “goma” de hablar italiano nos habíamos ido todo el vuelo practicando frases comunes, conjugaciones de verbos etc. Entonces todos los mensajes que le enviábamos a Matteo eran en italiano y por supuesto a veces nos ayudamos con el traductor, pero en general fue bastante fácil. 

Llegamos a Roma

Al día siguiente a la 1:00 pm en punto estábamos en el sitio de encuentro. Como toda la comunicación había sido en italiano, Matteo asumió que hablábamos italiano, ¡oops, plop! Entendimos lo que él dijo, pero a duras penas pudimos decir «Ciao, piacere» y nuestros nombres. El siguió hablando de corrido, pero nos tocó explicarle que entendíamos, pero que no hablábamos, entonces el ritmo de la conversación disminuyó notablemente, aunque él habla algo de inglés y entiende español.  Estábamos en esas cuando llegó el otro pasajero: Marco, también italiano y ahí la conversación mejoró, porque él habla un poco español. Yuju, “ahora si fue”, pensé yo. 
 

Nosotros íbamos sentados en la parte de atrás escuchando lo que Matteo y Marco conversaban y de vez en cuando participábamos o incluso ellos nos involucraban en la conversación. Se mostraron muy interesados en nuestro corto viaje a Italia, me imagino porque la gente normalmente va a Europa y hace un tour por varias ciudades. 

Por un momento pensamos que Marco y Matteo ya se conocían de antes, porque desde que nos subimos al carro no pararon de conversar, de hacer chistes y de mover las manos al estilo italiano; pero no, era la primera vez que se veían y al parecer las novias de ambos tienen la misma profesión entonces encontraron un tema en común. Así al ritmo de la charla de los dos nuevos amigos italianos, pero completamente desconocidos, nosotros por la diferencia de horario y el cansancio, nos dormíamos y nos despertábamos, varias veces. Esto explica porque no quedaron fotos del recorrido. ☹ 

Primera parada: Padua

Marco el otro pasajero se quedaba en un pueblo antes de Padua a 1 hora más o menos.  El resto del trayecto seguimos nosotros con Matteo en una charla hispano-italiano.  Él vive a 30 minutos antes de llegar a Padua, pero muy cordialmente nos llevó hasta la estación del tren de Padua (Padova) que nos llevaría a Venecia; nos ayudó a comprar los tiquetes, nos explicó cómo llegar a la plataforma del tren y nos hizo unas cuantas recomendaciones para nuestra estadía. Al final, se despidió con un fuerte apretón de manos, como si nos dijera nos volveremos a ver y ojalá que así sea. 

Nos atravesamos la toscana de sur a norte; un viaje de 5 horas y media a más de 100 kms por hora, un recorrido de casi 500 kilómetros, en el que hicimos un par de paradas para ir al baño, comer un “snack” y estirar los músculos. Los paisajes eran bellísimos, igual los viñedos y los pueblos alrededor. Pasamos cerca de Florencia y pudimos apreciar la cúpula de la catedral de Santa María del Fiore a la distancia, también pasamos cerca de Montepulciano, uno de los lugares más reconocidos por el vino que se produce. En un viaje que parecía muy largo y agotador, al final, se hizo corto y agradable gracias a Matteo y a Marco. Fue muy divertido y nos sentimos realmente en confianza. Después de estas 5 horas, ya no éramos unos desconocidos.

Seguramente nuestra imagen favorable de Italia es en parte el tiempo compartido con ellos. En muchas ocasiones, los imprevistos hacen que tu experiencia sea más memorable. 

Esperen la segunda parte …Llegada a Venecia.

Texto y fotos de @saltamontesoy y Pixabay |